Todavía quedaban más de dos horas para la puesta de sol y la luz era como si estuviera anocheciendo, conforme se acercaban esas nubes el viento crecía por momentos. Además el oleaje parece como que quería unirse a la fiesta, imposible resistirse a intentar transmitir aquello en una fotografía a pesar de la lluvia que ya caía. Lo malo fue que hacia tiempo que no se me aceleraba tanto el corazón, puede que esta tarde fuese una de las veces en la que más me arriesgué a quedarme sin equipo. Sin paraguas sí que me quedé, y eso que cuando lo compré en sus especificaciones decía que aguantaba vientos de 100 km/h. De vuelta al coche se quedó en un contenedor totalmente destartalado y con la mitad de las varillas rotas.
Os aconsejo pinchar sobre la foto para verla a mayor resolución en otra pestaña y después F11 si queréis verla a pantalla completa.
José Rodríguez
3 Mar 2024Hola Pepe:
Luces de invierno, tal y como son, en este cantábrico agitado por el viento del noroeste.
Lo del paraguas interprétalo como una anécdota. Bien vale la pena cambiarlo por la imagen de ese mar descabellado y por los chorros que parecen surgir de la roca. Lo del riesgo es la moneda de cambio para poder conseguir estas escenas.
Un abrazo
Jose(Física)
José Fernández
3 Mar 2024Hola Jose:
Es verdad, pero con este tema de los paraguas al final esos negros de paisano de toda la vida son los que mas aguantan, jeje
Un abrazo