Muy pocas veces he visto el Cantábrico tan tranquilo como en esta lluviosa tarde de abril. La total ausencia de viento seguro que ayudaba a ello, pero eso de no ver casi olas rompiendo en la playa era una rareza en toda regla. Aunque la luz era muy mortecina, la ambientación tenía una atmósfera realmente melancólica y agradable. En la distancia los colores eran totalmente apagados por la fina lluvia que no paró de caer en toda la tarde. Solamente los ocres de la playa y las rocas daban la nota de color en aquel escenario.
Os aconsejo pinchar sobre la foto para verla a mayor resolución en otra pestaña y después F11 si queréis verla a pantalla completa.
Canon 5DIII, Canon 16-35 mm f4L, ISO 50, CPL. Fusión manual de la luminancia de dos imágenes y procesado en Lightroom