Aunque el acantilado de la costa oriental asturiana tiene muy poco color, su textura es realmente guapa y llamativa. Pero ciertamente peligrosa, pues su rugosidad es realmente cortante. Lo peor que te puede pasar es caerte cuando caminas por ellos. En realidad ni hace falta eso, cuando tienes que caminar apoyándote en las manos por seguridad al final descubres muchos pequeños cortes en ellas que te haces sin darte cuenta. Esta foto está hecha en el mes de noviembre de 2020, en una tarde con un viento casi huracanado en donde el paraguas no servía para nada.
Os aconsejo pinchar sobre la foto para verla a mayor resolución en otra pestaña y después F11 si queréis verla a pantalla completa.
Canon 5DIII, Canon 16-35 mm f4L, ISO 50, CPL. Fusión manual de la luminancia de dos imágenes y procesado en Lightroom
