Parajes remotos del occidente asturiano, testigos de un tiempo en el que toda la actividad humana estaba supeditada al ritmo de la naturaleza. Incluyendo aquellos materiales que se aprovechaban para protegerse de ella, así como los alimentos que de sus entrañas se extraían. Un circulo armonioso que ya hace tiempo ha desaparecido. Una de las cosas que más estoy ejercitando en estas semanas de aislamiento es recordar. Y recuerdo el silencio en esa mañana invernal roto de vez en cuando por el cencerro de alguna vaca por allí pastando, semejante al que estoy viviendo en estos momentos en el que casi se han apagado los incongruentes ruidos de la ciudad. Incluso con la ventana abierta oigo de vez en cuando el canto de algún pájaro.
Os aconsejo pinchar sobre la foto para verla a mayor resolución en otra pestaña y después F11 si queréis verla a pantalla completa.
Wista 45 VX, Nikkor-SW 90 mm f4.5, DGN 0.9D. Placa de 4″x5″ de Ilford Delta-100 revelada con Kodak HC-110(B) y escaneada con Epson V-850 Pro. Procesado global en Lightroom
Alberto Lastra
27 Abr 2020José, me gusta mucho la fotografía, creo que tiene un ambiente muy logrado. Me encanta el contraste elevado que le has dado a la imagen final (para un día aparentemente nublado), realza la idea de dureza de la vida en algunos lugares y épocas. Parece que está todo a punto de desmoronarse y desaparecer. ¡Ah! y muy acertado el comentario sobre el silencio.
Un saludo.
Alberto Lastra.