Quienes nacisteis hace tiempo en una aldea ya sabéis que en ella todo, absolutamente todo se reciclaba. Quizá el ejemplo más visible, aunque no más estético, que se puede ver por todas las fincas de las aldeas asturianas es el abrevadero para el ganado que antes era una bañera de un baño. O el viejo somier metálico de la cama convertido en una magnífica portilla de acceso a una finca. Así que mucho antes de que los nuevos ecologistas urbanos nos hicieran saber que la cultura de «usar y tirar» a nada bueno conduce ni puede mantenerse en el tiempo, los aldeanos lo tenían muy claro. Eso y el aprovechamiento del espacio. Dentro de las aldeas el mínimo terreno se convertía en un productivo huerto de berzas para cocinar un sabroso pote. El de mi abuela estaba buenísimo.
Os aconsejo pinchar sobre la foto para verla a mayor resolución en otra pestaña y después F11 si queréis verla a pantalla completa.
Wista 45 VX, Nikkor-W 90 mm f4.5, Degradado neutro (0.9D). Placa de 4″x5″ de Ilford Delta-100 revelada con Kodak HC-110 y escaneada con Epson V-850 Pro. Procesado global en Lightroom
Jose
26 Ene 2020Hola Pepe:
Coincido plenamente con tu observación sobre el aprovechamiento que hacían los habitantes de las aldeas de objetos y «tecnología» que llegaba a su fin. Además, ¡qué cómodo tener las berzas al pie de casa!, como en la estupenda foto que nos aportas. Incluso el tambor de la lavadora que muestra al foto se convierte, con orgullo, en un estupendo florero o minihuerta.
¡Magnífica foto para aprender un poco de historia y disfrutar!
Un abrazo.
Jose (Física)
José Fernández
26 Ene 2020Cierto, muy observador con lo del tambor. Me alegro un montón que te guste. Un fuerte abrazo