Uno de esos días en los que el Cantábrico está en todo su esplendor, olas que rompen sin descanso sobre los acantilados levantando cortinas de spray y reflujos a cual más guapo. Por el oeste estaba formándose un tormentón considerable y durante unos segundos el sol iluminó el fondo dando una pincelada de color que le vino como anillo al dedo a esta composición. En donde me encontraba estaba un poco elevado y aparentemente más a salvo de las olas, pero una de esas que de vez en cuando no te las esperas estuvo a punto de tirarme. Nunca te puedes fiar del mar.
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Canon 5DIII, Canon 16-35 mm f4L, ISO 50, CPL. Fusión manual de la luminancia de dos imágenes y procesado global en LightRoom